¿Otra vez hablando de cine? ¿Qué pasa Nico, se te acaban las ideas? ¿No que eras el mesías de los elementos insufribles e incomprensibles, el único capaz de dedicarse seriamente a deconstruir las mezquindades imperceptibles para el ojo humano corriente y no-neurótico? Pues cambiando de tema para no tener que responder y lastimar mi autoestima, creo que mi experiencia extensiva en cuanto a imágenes cinéticas –adquirida por el simple precio de centenares de fiestas locas y sexo salvaje… pero no me arrepiento de nada, ¡lo juro! – me da un amplio bagaje intelectual del que hablar. En pocas palabras: muchas películas, muchos problemas.
En algún singular momento en la historia de las hueás con arte, a algunos se les ocurrió que alienar al público mostraba sensibilidad artística. Las escenas contemplativas, los paisajes hermosos, las caras congeladas, las miradas distantes hacia un futuro incierto y una conclusión acelerada: todos elementos que te dicen que la película fue “MUH WENA”. Independientemente de si te cambió la vida o si te produjo algo o si la verías de nuevo. La película es buena porque tenía los factores a contar para calificar si una película era buena o no. Suena increíble que hayas fórmulas para hacer films amados por todo el mundo, pero las hay. Y cuando dejamos que la idea misma de… buenitud supere a lo que dicta el sentido común. Esto es, el sencillo hecho de que me aburrí más que bailar con la suegra viendo este bodrio, pero como es ARTE debo ser yo el pacato que no entendió.
El argumento suele apuntar a que se rescata la ambientación de los grandes clásicos del cine. Lo que es un argumento perfectamente válido cuanto el interlocutor no tiene idea de lo que le están hablando. Es una estrategia brillante, porque desafía al instinto humano, comprensible y natural de pretender saber más de lo que se sabe, y evitar cualquier papelón asociado a la ignorancia. Por ejemplo, dos nombres que suelen tirarse a la parilla: Ingmar Bergman y Jean Luc Goddard. Un cinéfilo sin ánimos de superioridad -¡suerte encontrando uno! –les informaría que estos señores eran en lo absoluto lateros: Bergman era pausado, pero su sentido del tiempo no solía distar del formato seguido por cualquier clásico hollywoodense cincuentón, y los planos contemplativos se relegan a partes muy especificas; en cuanto a Goddard, el sentido de aburrimiento se desvanece en cuánto empieza a apreciarse cuánta hueá loca sucede en sus films.
Un consejo: Que no digan de tu película: “MUH WENA”. Que digan: “Me gustó”, o “me hice caca de la risa”, o “lloré como pendejita”. Es como cuando en el colegio no enseñan que se debe leer el Quijote o el Lazarillo de Tormes para mearse de la risa, y no para poder decir que sí he leído el Quijote o el Lazarillo de Tormes. Cualquier impacto en el público, por malo que sea, es mejor que ese hoyo negro conocido como la banalidad.
Lloré de la risa como pendejita al leer sus diatribas,esperando algún comentario de su visita al otro lado de la coordillera….
Asi como para este blog? De que tipo?
Un tipo muy ingenioso dijo de la manía por viajar de nuestra generación: «Sadly, more books about mid-twenties white people traveling have been written than have been read.»
El paso por la frontera, los famosos encuentros internacionales, que se yó….y sip muchos escriben y pocos leen.
Actualmente trabajo en una película que relata la vida uno de los mayores poetas de Chile, Pablo de Rokha. Y más allá de las pretensiones estéticas de base que existen tras el argumento del guión, siempre mi conflicto ha sido precisamente la lata que puede resultar una película artística, cuando las pretensiones resultan tan gigantescas como odiosas.
Pero una aventura es una aventura, y como dijo un cineasta que hace poco conocí; «no es malo que las películas no sean masivamente digeridas».
Yo agregaría; «no es malo hacer una película y guardarla en un baúl»…
Tony Manero me gustó (aunque su fotografía, por premiada que fuera, fue sólo un acto fallido). La Nana no la he visto.
Es bueno recordar que en cine, como en la vida, existe más de un hoyo negro. Caer es el delirio, o la angustia absoluta de lo no logrado.
Abrazos.
El punto de tu amigo cineasta es el que produce molestias: ¿Lo masivo es igual a rápido? ¿Porque no es masivo va a ser inteligente?
Lo que ataco no es la pelicula(s) misma(s) que son lentas y artisticas, lo que ataco es la idea hecha lugar común de que un montón de planos largos y enfoques en las caras enbobadas le dan más pelo a la película. Yo mismo nombré autores lentos pero buenos; el problema son varios tantos que usan la lentitud como capital simbólico de que algo más está ocurriendo en un subtexto o hipertexto y blablablín… que detrás de todas esas tomas contemplativas, no hay una epifanía sobre la condición humana, no hay observaciones agudas sobre el estado del amor: sólo es el relleno de un vacío, una herramienta superficial para simular profundidad donde verdaderamente no hay nada, absolutamente nada. Humo y espejos, pan y circo.
Y no veo porque una película de Rohka debería ser latera pero artística. No recuerdo momentos exactos, pero el chabón hizo bastante en su vida como para hacer un dramón hollywoodense tipo Una Mente Brillante. Lo que no tendría que ser tan nocivo. Al menos uno se entretiene y conoce la vida del personaje. Porque hacer una lata que solo unos iluminados puedan entender es un efecto tan barato como el CGI de los Transformers.
A eso me refiero.
Yo creo que la delgada línea roja entre entre arte y la industria es la que empapela las pelotas (son las lógicas simbólicas que fluyen entre ambos campos). Y no creo en ningún sentido que sea nocivo. Pero confunde. Tanto al consumidor, que se convence a sí mismo de ser el culpable por no entender un carajo de la bella película, como al cineasta que no logra concebir si lo que hace (con todas las pretensiones tras el delirio particular que tb significa el cine), es demasiado intrincado como para ser entendido, o aprehendido por un público masivo, al que quizás jamás le interesó dirigirse. Elitismo barato, o selección natural.
El problema ahí es efectivamente el que tú dices; caer en el «lugar común de que un montón de planos largos y enfoques en las caras enbobadas le dan más pelo a la película».
De Rokha es un personaje notable. Que carga una idea poética detrás, bastante gigantesca en su dimensión épica. La muerte, la traición, la sangre, el amor, el discurso, la toma de posición!!.
Estos efectivamente pueden ser factores dignos de un dramón, pero si esa no es la intención (como veo en la película que participo), hay varias opciones, como por ejemplo encriptarse en el discurso hacia adentro, dando rienda a la fotografía como base argumental de un film que tiene claridad sobre lo que quiere decir, y aparentemente no quiere develarlo tan fácilmente (recurso de doble filo).
O simplemente ser sencillo.
Son opciones, y yo creo que en el cine, como en la poesía, como en las ciencias sociales, lo que está en juego es la vida. La de uno. La del delirio particular.
Pero queda aún la alternativa de ser un genio. De qué dependería eso?
Abrazos.
Me refiero a que mientras que no sea hora y media de un hueón mirando al horizonte y una voz en off leyendo poemas, debería estar bien. Suena como de joda, pero no son pocos los que operan así.
También me refería a que De Rohka tiene hartos momentos que dan para trascender la película de poetas… algo choro se puede hacer cuando salía a repartir los libros de puerta en puerta, o los chuchazos con Neruda. Que por cierto, me hace preguntarme por qué nadie agarra esos cahuines y los filma, si son de lo más ameno.
Saludines etc.